Lo que nunca te dije

Lo que nunca te dije

Imagen: favim
Ven, cariño, toma asiento,
que esta noche te diré todo
lo que nunca te dije.

Debes saber que hay dos puntos,
dos puntos muy importantes de los que te quiero hablar.

El número uno es de todo aquello que no fue.
Pues te diré cómo fue que en aquel
momento en que te vi no significaste nada especial para mí.

No vi fuegos artificiales,
ni escuché campanas sonar.

No sentí las malditas mariposas que dicen por allí,
no sentí que serías mi amor eterno,
ni tampoco sentí como si ya te hubiera conocido
y el destino se hubiera encargado de reunirnos de nuevo.

No, mi cielo.
Cuando me tomaste la mano aquella primera vez
las mariposas de mi estómago seguían aplacadas.
Estaban invernando.

No te mentiré, pues he decidido decírtelo todo.
Y te diré que, así como no sentí nada al verte la primera vez,
el adiós fue un desastre.

Y por si no te has dado cuenta, cariño,
hemos pasado al punto número dos.

El decirte adiós fue como si Zeus y Poseidón llevaran a cabo una guerra
entre mis costillas, en ese pequeño órgano llamado corazón.

Te diré también
que antes de irte, mis mariposas fueron reemplazadas.
Un maldito zoológico descontrolado las sustituyó,
y cada vez que te veía era hora de la cacería.

O como cuando escuché el sonido más bello del mundo,
cuando susurrabas a mi oreja mi nombre,
y me decías que me querías, me decías mentiras,
esas malditas mentiras bonitas.

Debo decirte que tal vez no fuiste mi amor eterno,
pero sí causaste un tremendo caos en mí,
pues te adueñaste de mi cabeza y de mi corazón.

Tanto así, que me hiciste tuya, que cada palabra que me decías
tenía tanto efecto en mí que me negaba el creer en algo más.

Y debo decirte, mi amor, que tal vez no fuiste mi amor eterno,
pero que sí te llevaré dentro de mí eternamente.

Y es que no puedo desearte que seas feliz con alguien más,
porque no quiero que lo seas,
No sin mí.

Pues te llegué a amar,
y cuando lo hice, tú me miraste, y te burlaste de mí.

Me destrozaste de la manera más bonita que puede existir,
y te juro, cariño, que me duele odiarte,
pero no conozco otra manera para olvidarte.

F. S. Muñoz

Publicar un comentario

0 Comentarios